miércoles, 1 de octubre de 2014

Vuelven las peonzas

Vuelven las peonzas.  Ya sé que ya volvieron el año pasado, antes de las canicas y antes que las gomas para pulseras.  Han vuelto otra vez.  Algo así como rescatar en el último momento esa prenda que ya habías desechado en la bolsa de Caritas.  Hay en todos los colores con una docena de modelos: cobra, supercar, mini car... Se vuelven locos.  Las tiran en la consulta del médico.  Hacen una pirueta y la cogen con la cuerda mientras tú intentas pagar el pan sin soltar al niño de la oreja.

Cuando tú y yo eramos pequeños, dibujamos un círculo. Un círculo mágico y jugábamos a sacar a otras peonzas de él.  Como en la vida misma.  Te expatrian. Te exilian. Te echan a codazos y lo ves venir pero permaneces inmóvil, pendiente de cual será el próximo movimiento.  Tenso hasta que te toca volver a tirar.  Nunca jamás tirabas la peonza en casa.  Ni se te ocurría. Inimaginable.

Ayer por la noche, descubrí porqué.  Y es que hay algo que debes saber:  Todas, lee atentamente,    T- O- D- A- S, joden el parqué.

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